Hasta ayer, tenía el convencimiento de que el bombardeo de Guernica fue un crimen de guerra cometido por la aviación de la Alemania nazi, en coalición con la Italia fascista y en connivencia con un grupo de generales españoles que traicionaron su compromiso de lealtad a la república democrática y se enfrentaron a ella -y a otros generales leales, a los que pasaron por las armas-, con el objetivo, finalmente alcanzado, de arrebatar las libertades al conjunto de sus compatriotas. Ingenuo de mí.
Gracias al didáctico comunicado con el que ETA justifica el grueso de sus crímenes, pide apenas perdón por haber apuntado mal en algunos y no pasa de “sentir” distraídamente el resto, he descubierto que lo de Guernica fue un ultraje contra ellos y sus afines, es decir, contra los depositarios de la vasquidad más truculenta y desaforada, consumado por nosotros, los españoles a los que luego ellos, en ejercicio del derecho de legítima defensa, resolvieron ponernos en el punto de mira de sus pistolas.
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ANTON VEA BV ICI