Alguien debería ponerse alguna vez en su lugar. Aunque tan sólo fuera durante un momento, antes de tomar las decisiones que corresponda tomar, teniendo en cuenta todo lo que está en juego, con arreglo a la justicia, la humanidad y demás principios de general aceptación e irregular observancia. Alguien debería imaginarse a sí mismo ahí donde están ellos, en la valla, a esa incierta hora del alba en que son lo único que se interpone entre varios cientos de seres humanos desesperados y dispuestos a todo y la redención con la que llevan tantos años soñando.
La otra noche más de veinte de esos hombres en los que nunca piensa nadie resultaron heridos. Les arrojaron cal viva, los rociaron con lanzallamas caseros, les volcaron baldes llenos de orina y excrementos. No vamos a juzgar con severidad a los que lo hicieron, empujados por el hambre de una vida mejor, o de una vida, sin más. No vamos a juzgar a nadie, que para eso ya están los jueces, a quienes incumbe aplicar las leyes y decidir si el estado de necesidad exonera penalmente la agresión a la autoridad y los demás delitos que pudieran haber cometido.
Seguir leyendo en elespanol.com
¡Muy bueno! ¡Enhorabuena!