La
isla del tesoro
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Edición original, 2007 (ilustrado por Sergio Menéndez) |
El resumen del editor
Jim Hawkins, un joven que vive con su madre en la taberna Almirante Benbow, ha de ir a explorar una isla que esconde un tesoro, pues un tal Billy Jones le dejó un cofre con un mapa en el que habla de ella. Hasta llegar a la isla deberá superar muchas pruebas y las tretas de John Silver, el largo, tripulante de La Hispaniola, que también ambiciona el tesoro. Acción, ritmo trepidante y aventuras. |
Un apunte del autor
Qué decir, a estas alturas, de una historia como La isla del tesoro. Me permito transcribir un texto que compuse para el catálogo de la editorial, sobre cómo afronté el privilegio de ser su adaptador: "¿Qué necesidad hay de adaptar las obras clásicas para su lectura por el público infantil? Los puristas responderán que ninguna, que mejor se enfrenten con los originales y si no entienden o les cuesta, que espabilen. Los menos exigentes, consigo y con los propios niños, dirán que la adaptación es necesaria para que éstos logren entender textos escritos en otro tiempo y que requieren una madurez lectora de la que carecen. Por mi parte, no creo que la adaptación sea indispensable con carácter general. A cierta edad, habrá chicos capaces de enfrentarse con los originales, y otros que no, en función de su competencia lectora. Pero ese problema, el de la falta de competencia, no debe resolverse con adaptaciones, sino enseñando debidamente a leer. Para mí, el sentido que tiene la adaptación es otro. Se trata más bien de plantear una relectura del clásico, indagar en su esencia y darle una nueva forma, la que podría haberle dado el autor si lo hubiera escrito ahora, y no hace 200 u 800 años. Más bien hablaría de una “puesta al día”, cuyo propósito no es suplantar el clásico por una versión “aligerada”, sino ofrecerlo de una manera más próxima a la sensibilidad y los modos narrativos asumidos por el lector infantil actual, procurando impedir que aspectos accesorios, vinculados con las modas o los hábitos culturales de otros tiempos, lo alejen de una historia que tiene todo para interesarle y conmoverle. En mi experiencia, la adaptación ha consistido en sintetizar y armonizar el texto de partida, desde la máxima fidelidad, conservando muchas expresiones literales y, sobre todo, el carácter y el sentido de los personajes. He procurado ser más directo que Stevenson en la narración, pero mi Jim Hawkins y mi John Silver no aspiran sino a ser los suyos, en toda su complejidad. Porque ahí está la gracia, y porque los niños no son tontos". Y una palabra para el jovencísimo ilustrador, Sergio Menéndez (apenas 21 años, cuando acometió el trabajo): gracias por hacer tan vivos y tan intensos a los personajes, y por la humildad, y por el talento, y por la generosidad. |
La cal de la crítica...
...y la arena
Nada por aquí, por ahora. |
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