22 octubre, 2022

Jatyn

En estos días en que la guerra se recrudece en Ucrania y nos muestra la peor faz de su crueldad, la que desahogan los que no van ganando sobre los civiles inermes, leo Khatyn, del escritor bielorruso Ales Adamóvich, que va justamente de eso. He escrito Khatyn porque el libro hay que leerlo en inglés, a falta de una traducción al español que debería titularse Jatyn, como se escribe en nuestra lengua el nombre de la aldea de la región de Minsk en la que sucedió la historia real que inspira la novela. Este detalle, que no esté en la lengua de Cervantes el libro más conocido de un autor extraordinario, nada menos que aquel a quien la Nobel Svetlana Alexiévich reconoce como su maestro, da para alguna reflexión suplementaria que reservaremos para otra ocasión.

La historia de Jatyn le sonará sin embargo al espectador español gracias a la célebre película de Elem Klímov, Ven y mira, también inspirada en aquel episodio y con guion del propio Ales Adamóvich. Se trata de la masacre de todos los habitantes de la aldea —sólo cinco sobrevivieron— a manos de un escuadrón de liquidadores de las SS compuesto por desertores, mercenarios ucranianos y de otras nacionalidades y criminales de la siniestra brigada Dirlewanger, bajo el mando de un capitán alemán. Para consumarla, encerraron a hombres, mujeres y niños en un pajar al que prendieron fuego y a los que intentaron escapar de las llamas los ametrallaron sin compasión. Era el año 1943, cuando Alemania empezaba ya a ver que la victoria se le escapaba.

Siendo extraordinaria y sobrecogedora la película, el relato literario de Adamóvich lo es aún más. Porque cala en la mente de los individuos embrutecidos por el combate, de los inquilinos de ese infierno en el que quedan abolidas todas las reglas de la humanidad y en el que el odio, el miedo, la ira, autorizan toda clase de excesos a los hombres armados. El autor, siendo poco más que un adolescente, tomó las armas como partisano, por lo que sabía de qué hablaba. Y en el libro reflexiona sobre cómo la mente sometida al fragor del combate y expuesta a su violencia desarrolla mecanismos defensivos que permiten aceptarla, aun cuando recaiga sobre los inocentes, porque de otro modo, dice Adamóvich, la guerra sería impensable e insoportable.

Esta es la espita que abrió hace ya siete meses el líder de la Federación Rusa, creyendo que iniciaba un paseo militar. No lo ha sido, y su ego herido no concibe otra vía que bombear más crueldad. En vez de mercenarios, desertores y criminales utiliza misiles. Pero su venganza lo asemeja al capitán de las SS que arrasó Jatyn.

(Publicado en diarios del Grupo Vocento el 11 de octubre de 2022).

Postdata: Creo que merece la pena transcribir algún pasaje del libro, que no cabía en el reducido espacio de la columna periodística. Hay muchos para elegir, pero me quedo con estos dos, que están conectados, aunque separados por bastantes páginas, y que traduzco desde la traducción inglesa:

Era la convicción de otro vencedor de que siempre sería así: «ellos» debajo de nosotros y «nosotros» encima de ellos. La más efímera y narcótica de las ideas, pero también una de las más tozudas a lo largo de la historia: esa que pretende que la fuerza significa derecho, sentido y justicia.

Una vez más, proliferan los necios que se prestan a creer en cualquier cosa y a olvidarlo todo, gente sin ninguna visión de futuro, gente despiadada. Son para el fuego como maleza por la que propagarse. Y una vez más, aquí están: ideas efímeras y narcóticas y drogas en lugar de ideas.

En fin. Cómo sobrecoge pensar que Ales Adamóvich escribió estas palabras hace ya más de medio siglo.

Postdata y fe de errores del 1 de noviembre: Me advierte un amable y erudito lector, en los comentarios a esta entrada, que la obra de Adamóvich si está traducida al español, por la editorial Progreso de Moscú, en 1982, y que puede encontrarse el libro en librerías de lance. En efecto, así es y tras apresurarme a comprobarlo lo acredito con la fotografía siguiente.

La traductora es María Cánovas, su español resulta algo extraño, con expresiones poco familiares para el lector peninsular, pero es un texto pulcro y más que legible. También hay que puntualizar que se trata de una edición soviética, intensa y convenientemente censurada, por lo que no contiene la integridad del texto, a diferencia de la edición inglesa comentada aquí.

Procedo pues a corregir esta entrada: donde dice «a falta de una traducción al español» debería decir «a falta de una traducción al español del texto íntegro —con la circunstancia agravante de que la traducción parcial existente, además de basarse en un libro mutilado, no se debe a ningún editor español, sino a la extinta maquinaria editorial soviética—».

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4 Comentarios
  1. Buenos días y gracias una vez más por tus siempre inspirados artículos, este con dos citas del libro que ponen realmente los pelos de punta.
    Tan solo quería apuntar que existe una antigua edición en español del libro de Adamovich, titulada justamente «Jatin, toque a rebato», una edición de 1982, de la editorial Progreso y que se puede encontrar por librerías de segunda mano.
    Saludos cordiales

    • Gracias, amigo. He procedido a corregir la entrada, después de adquirir el libro, lo que tengo que agradecerle al igual que la información.

      • Gracias a usted, por la pulcritud que demuestra en cada entrada incluyendo la postdata y por la información extra aportada en relación con la edición en español. Gracias también por lo de «amable y erudito», aunque pueda destacar más bien por lo primero que por lo segundo. Saludos

        • Convendrá conmigo en que el detalle era para nota. El otro día lo comentaba con una reputada traductora de lenguas eslavas y tampoco tenía noticia de esa edición moscovita de 1982. Manejaba la inglesa, como yo. Gracias de nuevo por su gentileza y un saludo cordial

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