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1 noviembre, 2021

Ignacio Selva, detective

«Cada hombre tiene que sumar de fondo su triple recinto tras el cual se oculta y parapeta el alma. Yo no pienso mal de nadie desde un principio, pero tampoco bien. Aguardo. Estudio. El deleite está en la sorpresa, en las revelaciones». Quien así se explica es Ignacio Selva, el detective aficionado que protagoniza la novela policiaca inédita de Emilia Pardo Bazán que ha visto la luz en este centenario de la muerte de la gran escritora gallega. Se lo debemos al esfuerzo del profesor José María Paz Gago, que ha afrontado la tarea de editar el original mecanoscrito, y de la editorial Ézaro, que bajo el título de Los misterios de Selva la ha reunido en un volumen con La gota de sangre, el relato que con el mismo protagonista sí llegó su autora a dar a la imprenta.

Se trata de un verdadero acontecimiento, que seguramente obliga a reescribir la historia de la novela policiaca española. En la segunda década del siglo pasado, antes de que empezara a publicar Agatha Christie, Pardo Bazán compuso la que por fecha de producción es la primera novela del género escrita por una autora, en la estela de la obra de Conan Doyle, de la que doña Emilia era lectora aplicada, pero cuestionando a la vez algunas de las claves de la narrativa del creador de Sherlock Holmes; en particular, lo rebuscado de sus procedimientos de investigación y la poca verosimilitud de sus argumentos. La novelista española había conocido como reportera los entresijos del crimen real, y por eso veía con recelo las tortuosas fantasías holmesianas. En cierto momento reflexiona así su detective: «La vida, en conjunto, se desarrolla de un modo vulgar, prosaico, por móviles sencillos y fáciles de comprender». Es una declaración que hubiera podido firmar Georges Simenon, autor del célebre inspector Maigret. Y aun faltaban dos décadas para que este llegara a los lectores.

Esa es otra cosa que impresiona de la novela inédita de Pardo Bazán, más allá de la trama, que gira en torno a un robo de joyas y de obras de arte: la modernidad en su concepción del relato criminal. Una perspectiva que la diferencia de su modelo, Conan Doyle, y la convierte en una adelantada de esos autores que primero en Estados Unidos y luego en Europa sacarán el género policial del cómodo territorio del pasatiempo y el acertijo para llevarlo a regiones mucho más comprometidas, allí donde las oscuridades de la condición humana se dan la mano con las grietas y las goteras del edificio social. «En suma» —dice también Selva— «cada sociedad tiene los crímenes que se merece».

(Publicado en diarios del Grupo Vocento el 26 de octubre de 2021).

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