Blog

19 julio, 2021

De cien a cero

La vida va así: un día estás planeando tu país para el 2050 y al día siguiente, como quien dice, toca rescatar el currículum y pensar qué vas a hacer con tu vida. De cien a cero en apenas unos segundos, en términos existenciales. De ser la mente que urde lo que para otros serán designios ineludibles, a ser sólo el pastor de tu propio y desnudo destino, zarandeado y expuesto a las inclemencias y las decisiones ajenas como el de cualquier ciudadano. Aunque quizá es necesario introducir un matiz: a partir de ahora, eres un ciudadano que una vez fue algo más. Lo que te reportará alguna ventajilla, sí; pero también una carga onerosa que el futuro te dará la oportunidad de ponderar.

Cuentan en los mentideros madrileños —que muchas veces hacen honor a su nombre, por lo que siempre es bueno poner en cuarentena cuanto en ellos se afirma— que llevabas semanas creyéndote que pilotabas el inminente cambio de gabinete. En esa fe contactaste con profesionales para ofrecerles puestos en su segunda línea, que iba a renovarse de manera sustancial, les dejabas caer, a fin de hacer frente a los retos de la recuperación tras la pandemia. El caramelo era estar en el ajo del reparto de los 140.000 millones de euros, el nuevo maná europeo al que le sobran los novios. Por lo que dicen que decías, ya te veías con el mazo adjudicando en la subasta, y por eso te hacían zalemas los que aspiraban a mojar en la salsa, todos los grandes del país.

Que es, dicho sea de paso, lo que ocurrirá, como ocurre siempre: nada llegará a los pequeños sin pasar antes por los grandes, que cargarán sobre el grueso del paquete su porcentaje y harán suyo el beneficio que por grandes les corresponde. Así era hace quinientos años, cuando aún había señoríos y vasallos; así es hoy, que todos somos iguales ante la ley y blablablá.

Y de repente, quien tanto pudo ser y hacer, se convierte en uno más que lee en los periódicos lo que hay. Alguien a quien esos grandes que ayer te ensanchaban la sonrisa hasta el punto del desgarro de comisuras ni verán si se lo cruzan por ahí. En el mejor de los casos, te saludarán haciéndote sentir una pizca de piedad y su certidumbre complacida de que ellos realmente son, mientras que tú, por más que llegaras a creerte en medio de la nube de halagos que envuelve al poder, simplemente estabas.

Recuerda Emmanuel Carrère en su último libro, Yoga, una vieja sentencia hebrea: «¿Quieres hacer reír a Dios? Háblale de tus proyectos». A ti, ahora que acabas de pasar de la condición de piloto de Fórmula 1 a la de simple peatón, no te hace falta ser creyente para calibrar lo atinado de ese aserto judío. A falta de Dios, tienes a mano otro sumo hacedor, igualmente omnipotente e inescrutable: ese que de confiar en ti, para todo, ha pasado sin más a hacerte ver que en su camino futuro no tienes lugar. Tal vez, como suelen hacer los grandes hombres con aquellos a los que defenestran, te ha ofrecido un colchón en el que aterrizar sin romperte la crisma, pero eres lo bastante inteligente como para saber que esos colchones los carga el diablo, y que los corderos  mansurrones que se dejan estabular en ellos acaban provocando la mofa y la conmiseración de todos cuantos los contemplan.

Así que lo que toca es la intemperie, la bajada a tierra y dar la mejor impresión posible. Eliges hacerlo a través de una nota manuscrita, en letras mayúsculas y con renglones que apuntan hacia arriba, siempre hacia arriba. Atribuyes en ella tu cesantía a la necesidad de «saber parar», que es lo mismo que convertir en virtud lo que a uno no le queda más remedio que hacer una vez que en el depósito ya no queda ni una gota de gasolina.

Tu combustible eran tus aciertos, tus triunfos improbables y contra todo pronóstico. Desde hace meses, mostrabas más propensión al descalabro. Y los a los ungidos por la fortuna no les gusta fracasar. Ahora, a reinventarse. Siempre se puede.

(Publicado en elmundo.es el 11 de julio de 2021).

vidas.zip
About Lorenzo Silva

Deja una Respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *